Hace cerca de un año atrás recuerdo haber hecho un comentario que hoy me desvela como pésimo pronosticador. Fue a propósito como el pueblo norteamericano iba a actuar frente a la definición demócrata entre Hillary Clinton y Barack Obama; para mi no había más verdad que una mujer esposa de ex - presidente, blanca, políticamente correcta y sobreviviente de la infidelidad iba a pasar por encima de un negro hijo de Africano y representante de todas las reivindicaciones imposibles estadounidenses. Hace un año la lucha era cerrada principalmente porque los republicanos en manos de Bush jugaron sus últimas y peores cartas. Era tan brillante la pelea que las luces de Al Gore, su Nobel de la paz y sus oscares no pudieron con la necesidad de los que tenían que venir.
Pero todo cambió. Obama salió airoso de las primarias y era cosa de tiempo que se convirtiera en el electo Presidente de EEUU aún cuando ese personaje llamado Joe Mc Cain diera una pelea más que digna; un político serio, una persona creíble y suelta tenía que ser el Némesis de la eterna y sofocante intensidad del candidato demócrata. Y el mundo a los pies de Obama: músicos, intelectuales, detractores, blancos, negros, latinos, japoneses, revistas históricamente conservadoras, presidentes(as) apostando sus ultimas fichas de credibilidad, facebook, blogs, Michael Moore, Youtube (uno de los nuevos bastiones comunicaciones), tú. Todos ese día levantamos la voz y dijimos “The time of change is come”. Y ese romance sigue hasta el día de hoy, en gran medida porque Bush sigue allí y porque un cambio es más que urgente.
Pero parece que nadie, en un uso de razón, ha pensado siquiera lo que realmente pasa aquí: no nos hemos acordado que estamos hablando del sistema político estadounidense, que es un partido plenipotenciario el que se ha hecho del poder en el país del norte, que de una manera u otra, con la cabeza fría, las ilusiones no nos dejan ver nuestras narices. Un negro presidente es nuevo, pero no hagamos de esto un asunto étnico porque podríamos argumentar que Obama estudió en una Universidad con la historia y los conocimientos blancos, que su partido de blancos, que los medios lo compara con J.F. Kennedy (un impulsor del american way of life, hecho que detonó, entre otros, el racismo norteamericano de los setentas) en su locuacidad y capacidad hipnótica ante los electores. Es raro, pero su privilegio es haber sido negro entre blancos, es dar ese equilibrio que la democracia busca con afán, es ser blanco en cuerpo de negro. Se me viene a la cabeza el momento donde el partido demócrata decide jugarse por Obama:
-... los negros en los ghettos nos culpan de sus males en sus canciones, los blancos odian al tejano ese y el voto de los extranjeros ahora si que vale. Los republicanos tienen a Mc Cain, que estuvo tres años secuetrado en Vietman y que es lo más cercano a un héroe para los rednecks… ¿Cómo lo hacemos?...
- Levantemos a este negro que recuerda a Martin Luther King pero no a Malcom X, que habla de cambio sin decir que va a hacer. Alguien con carisma, pero políticamente correcto… con eso damos vuelta la tortilla
Pero no hagamos de esto un asunto racial, aunque los argumentos sobren. Digamos que es una respuesta lógica del sistema político ante un entorno desafiante y revolucionado. Lo que si creo es que hay que tener cuidado con el fenómeno que esta provocando la elección de Obama, lo que, sin ir más lejos, es comparable al fenómeno Bachelet en Chile. Ambos son usados ante la oportunidad de avalar un discurso muy superior a ellos mismos, incorporando de esta manera toda la disconformidad negra, blanca, latina y mundial para con los ocupantes de la Casa Blanca. Lástima que Michael Moore no haga documentales sobre esto, una cruel verdad. De todas formas hay cosas importantes que rescatar, como la capacidad de las personas por creer en algo, de incorporarse en un proyecto por construirse, rebatiendo de cierta manera esa eterna crítica al individualismo y desidia del norteamericano que contagia a todo el mundo con esto de los estilos de vida globalizados y las corporaciones. Personalmente creo que vale más pensar a Obama por sus actos que por sus simbolismos para no deslumbrarse con ese simulacro llamado cambio. Obama ya habló de que no acabaría con el bloqueo a Cuba, pero Chavez y Raúl Castro lo miran con amistad. Obama convoca a los economistas top aún cuando su lógica no sea la del cambio, si no la del remedio. Obama integra a Hillary Clinton al gabinete como una forma de “ir hacia el centro” y no “hacia fuera” como lo necesita un cambio. Obama, un negro que el mundo aclama antes de que haya hecho nada. Obama del mundo, Obama Superstar.