sábado, 4 de julio de 2009

De ahora en adelante Postpop cambia su formato.

Encuentrános en www.consumidorironicopromedio.blogspot.com

CONSUMIDOR IRONICO PROMEDIO

martes, 7 de abril de 2009

De verdad que el movimiento aqui se ha puesto bien flojo.

Créanme, no se trata de una de esas crisis de escritor, ni menos intelectual. Solo se trata de adaptarse a nuevos formatos y circunstancias.

Ahora pueden seguir a Postpop desde Facebook AQUI

Y pronto, nuevas noticias y formatos.

martes, 25 de noviembre de 2008

Obama Superstar

Hace cerca de un año atrás recuerdo haber hecho un comentario que hoy me desvela como pésimo pronosticador. Fue a propósito como el pueblo norteamericano iba a actuar frente a la definición demócrata entre Hillary Clinton y Barack Obama; para mi no había más verdad que una mujer esposa de ex - presidente, blanca, políticamente correcta y sobreviviente de la infidelidad iba a pasar por encima de un negro hijo de Africano y representante de todas las reivindicaciones imposibles estadounidenses. Hace un año la lucha era cerrada principalmente porque los republicanos en manos de Bush jugaron sus últimas y peores cartas. Era tan brillante la pelea que las luces de Al Gore, su Nobel de la paz y sus oscares no pudieron con la necesidad de los que tenían que venir.

Pero todo cambió. Obama salió airoso de las primarias y era cosa de tiempo que se convirtiera en el electo Presidente de EEUU aún cuando ese personaje llamado Joe Mc Cain diera una pelea más que digna; un político serio, una persona creíble y suelta tenía que ser el Némesis de la eterna y sofocante intensidad del candidato demócrata. Y el mundo a los pies de Obama: músicos, intelectuales, detractores, blancos, negros, latinos, japoneses, revistas históricamente conservadoras, presidentes(as) apostando sus ultimas fichas de credibilidad, facebook, blogs, Michael Moore, Youtube (uno de los nuevos bastiones comunicaciones), tú. Todos ese día levantamos la voz y dijimos “The time of change is come”. Y ese romance sigue hasta el día de hoy, en gran medida porque Bush sigue allí y porque un cambio es más que urgente.

Pero parece que nadie, en un uso de razón, ha pensado siquiera lo que realmente pasa aquí: no nos hemos acordado que estamos hablando del sistema político estadounidense, que es un partido plenipotenciario el que se ha hecho del poder en el país del norte, que de una manera u otra, con la cabeza fría, las ilusiones no nos dejan ver nuestras narices. Un negro presidente es nuevo, pero no hagamos de esto un asunto étnico porque podríamos argumentar que Obama estudió en una Universidad con la historia y los conocimientos blancos, que su partido de blancos, que los medios lo compara con J.F. Kennedy (un impulsor del american way of life, hecho que detonó, entre otros, el racismo norteamericano de los setentas) en su locuacidad y capacidad hipnótica ante los electores. Es raro, pero su privilegio es haber sido negro entre blancos, es dar ese equilibrio que la democracia busca con afán, es ser blanco en cuerpo de negro. Se me viene a la cabeza el momento donde el partido demócrata decide jugarse por Obama:

-... los negros en los ghettos nos culpan de sus males en sus canciones, los blancos odian al tejano ese y el voto de los extranjeros ahora si que vale. Los republicanos tienen a Mc Cain, que estuvo tres años secuetrado en Vietman y que es lo más cercano a un héroe para los rednecks… ¿Cómo lo hacemos?...

- Levantemos a este negro que recuerda a Martin Luther King pero no a Malcom X, que habla de cambio sin decir que va a hacer. Alguien con carisma, pero políticamente correcto… con eso damos vuelta la tortilla

Pero no hagamos de esto un asunto racial, aunque los argumentos sobren. Digamos que es una respuesta lógica del sistema político ante un entorno desafiante y revolucionado. Lo que si creo es que hay que tener cuidado con el fenómeno que esta provocando la elección de Obama, lo que, sin ir más lejos, es comparable al fenómeno Bachelet en Chile. Ambos son usados ante la oportunidad de avalar un discurso muy superior a ellos mismos, incorporando de esta manera toda la disconformidad negra, blanca, latina y mundial para con los ocupantes de la Casa Blanca. Lástima que Michael Moore no haga documentales sobre esto, una cruel verdad. De todas formas hay cosas importantes que rescatar, como la capacidad de las personas por creer en algo, de incorporarse en un proyecto por construirse, rebatiendo de cierta manera esa eterna crítica al individualismo y desidia del norteamericano que contagia a todo el mundo con esto de los estilos de vida globalizados y las corporaciones. Personalmente creo que vale más pensar a Obama por sus actos que por sus simbolismos para no deslumbrarse con ese simulacro llamado cambio. Obama ya habló de que no acabaría con el bloqueo a Cuba, pero Chavez y Raúl Castro lo miran con amistad. Obama convoca a los economistas top aún cuando su lógica no sea la del cambio, si no la del remedio. Obama integra a Hillary Clinton al gabinete como una forma de “ir hacia el centro” y no “hacia fuera” como lo necesita un cambio. Obama, un negro que el mundo aclama antes de que haya hecho nada. Obama del mundo, Obama Superstar.

jueves, 5 de junio de 2008

Adios General, Bienvenido el carnaval




Chile tiene un gusto extraño por hacernos ver a los que pensamos de manera diferente al común como monstruos sin sentimientos, como malos ciudadanos o simplemente como personas que no merecen siquiera ser tomadas en consideración. Somos los que no salimos en las noticias entrevistados por periodistas que resumen el clamor social en la esquina de Lyon con Providencia, los que no cabemos en el concepto de “gente normal” y con suerte nos sentimos identificados por las grandes máximas televisivas. Con lo último me refiero principalmente a lo que trajo consigo la muerte del General de Carabineros en Panamá: estamos en frente de una tragedia que devela tantas otras que el luto impuesto por las autoridades parece una broma de mal gusto, otra de las pataletas de lo que va quedando de nuestra querida generación política “progre” que día a día nos enseña la importancia de abrir la boca solo para ser correctos en un espíritu cívico.

Así, a simple cuenta, los canales de televisión chilena siguieron la noticia por cerca de ocho horas continuas en una cadena nacional que vivió varios puntos álgidos entre los que se cuentan que emisora daba el golpe avisando de la muerte, las primeras imágenes pixeladas en directo que solo simbolizaban la confusión inicial, la presidencia y el gabinete en masa llorando la tragedia y por sobretodo el momento más espectacular: el nombramiento de la figura del difunto General de Carabineros como “El general del Pueblo”. La muerte de alguien que amenazaba a delincuentes por televisión, mandaba recados a los jueces y que con su poca labia daba discursos de moral ciudadana no es otra cosa que presenciar ante nuestros ojos con lujo de detalles el marco de una de nuestras mayores vergüenzas: vomitar lo que queremos decir sin tener mucha idea de lo que se está diciendo. Para el General Bernales no existía una lucha histórica reivindicativa de la izquierda armada, de las zonas de Santiago donde las batallas en dictadura se desarrollaban diariamente, no existía una memoria que hace eco a la violencia por culpa de nuestros queridos “progres” que armaron una democracia a su gusto y con sectores sin capacidad de surgir en los estándares de calidad de vida que tanto se critica en las investigaciones sociales; más bien había delincuentes en barrios pobres, personas que portaban ideas ilegales. El vuelco o la excusa para avalar esta posición no dejaba de ser interesante pues poner a la familia (a la comunidad) de carabineros como principal afectado era un sustento moral tan grande como sus propios vacíos en la práctica (vacíos que por lo demás se hacen efectivos en las grandes ganancias políticas que vamos a empezar a ver de ahora en adelante).

Tras tres días de duelo oficial en los medios logramos divisar un variopinto de ciudadanos consternados por la tragedia; una muestra estéticamente bien definida (escolares, pobres, políticos, empresarios y fuerzas armadas) hacía fila para encontrarse de frente con los cuerpos mutilados de estos héroes de la nación, del pueblo. En las calles las pergoleras, la ciudadanía en las aceras con pañuelos blancos y un hondo pesar gritaban la cercanía del fallecido General a través de anécdotas; como muchas otras veces la gente se fundía en abrazos con Carabineros. Si la tragedia es signo de unión, la sociedad perfecta se sustenta en lágrimas, dolor y paradojas. Da la impresión que la voz quebrada de Bachelet (según los medios muy cercana a Bernales) humaniza lo inhumanizable: su subida en las encuestas de aprobación que vendrán. Lo anterior no es en ningún caso una utilización, es más bien una forma muy “progre” de publicidad y aval de los discursos de la democracia chilena. Como lo comenta Pato Navia en su blog es muy difícil ver en Europa que las tragedias oficiales se llenen de figuras oficiales, sin embargo, aquí Adolfo Zaldivar aparece en un riguroso luto y Chadwich es uno más afuera de la escuela de Carabineros. Queda claro que el efectismo mediático no solo esta en manos de los medios, si no también pueden llegar hasta las constituciones políticas a través de mandatos y representaciones, de la moral republicana que se asemeja a una polilla detrás de las grandes luces solo para valerse de una inquietante presencia.


Durante el mandato de Bernales se dio a conocer a la luz pública la primera pareja de Carabineros homosexuales quienes cargaron con la deshonra institucional por su tendencia, la golpiza a fotógrafos y escolares durante el movimiento estudiantil por parte de furiosos restablecedores de la calma en la vía pública, programas de televisión que apoyados por las planas mayores mostraban la realidad: drogas, xenofobia a los peruanos en Chile, odio a zonas populosas como Puente Alto o La Pintana y en otras partes del país, ignorancia de los porqué de cómo suceden esas “lacras sociales”, una construcción de la realidad basada en el miedo al otro que no conocemos, sobrevalorando a su vez el actuar de Carabineros como moral de estos tiempos. Si fuera por moral habría que hablar de la pomposidad de moverse en helicóptero en trayectos cortos como sucedió con la tragedia o de las divagaciones balbuceante y sedientas de culpa sobre este evento.

Sin duda se ha ido alguien importante para Carabineros, alguien que supo moverse entre la institucionalidad y las pasiones desbocadas de los que claman por las penas del infierno algo que no reconocen a cabalidad creando así empatía en quienes no encuentran respuestas efectivas a lo que les violenta. Bernales, el general de ese travestido llamado pueblo ciudadano, hoy es héroe y mártir servido en el plato de las ventajas políticas, de la ignorancia y por sobre todo de nuestra mayor tragedia: ser espectadores de nuestra propia culpa. La vara quedará alta en términos mediáticos para sus sucesores pero aún así lo que se espera es que la muerte y valoración de Bernales sea un primer paso para quienes los medios denominan como pueblo en la necesidad de que estas instituciones están para servir y no para servirse en quienes se sustenta. Suena como una utopía con olor a hippie… después de la sobredosis en los medios cualquiera se ve afectado.