Inicialmente estaba todo friamente calculado, al punto que ya tenía en mente el tema de esta columna, "Mi vida sin Valentina". Eran las 18:30 de la tarde del Sabado y una extraña mezcla entre nerviosismo y ansiedad recorrian mi cabeza arriba de una de los nuevos buses que iba de Paicaví al Mall, de la cuidad amplia a la ciudad repentina y reducida. Hacía ya mucho que no iba a ese lugar y para ser sincero tampoco me gusta mucho, salvo cuando uno recurre a multiples artilugios para salir en pareja. Y aunque esta no fuera la ocasión, los artilugios para que alguien me acompañara eran más o menos concretos: ver en un formato más intimo a Luna in Caelo.
Mi actitud era extraña momentos antes de que la musica comenzara a tocarse. Desde que dejé de tocar con Valentina me negué rotundamente a hablar con músicos, escucharlos o incluso en alguna ocasión me negué una cerveza en el Foro de la universidad, solo porque sabía que esa experiencia de pasar desde el escenario al público me produjo una total insensibilidad con las letras, los acordes o los discursos de otros. No es culpa de la música o de las peleas, es más bien como cuando uno sale del colegio o te cambias de curso y pasas por la etapa de no querer saber del otro. No le pasa a todo el mundo, pero quienes lo hayan sentido entenderan muy bien la idea.
Volvamos a lo del concierto. Cuando entramos a la Sala de la Biblioteca Viva estaba Valentina en pleno, sus tres integrates en diferentes actitudes. Nadia dijo mi nombre cuando me vio entrar y yo solo atiné a levantar la cabeza y sonreir, con el estomago apretado y los oidos listos para escuchar todo un año que silencié. Comenzaron con Eclipse y cerraron con Androide, se equivocaron en Desvanecerse y a ratos las bases estaban muy altas... era Valentina como los conocía, claro que esta vez sin mi. Canté todos los temas y me alegré de escuchar el tema de Nadia que insistía en tocar con guitarra acústica después de los ensayos, pués a mi opinión ella perfectamente podría desarrollar una carrera solista, ya que sus composiciones tienen esa naturalidad de quien habla sin preocuparse de sus sensaciones y sentimientos.
Cuando terminaron de tocar mis sensaciones eran de una amena tranquilidad. Siempre he creido que uno de los grandes potenciadores de la creatividad son las cosas pendientes, las que nos hacen construir grandes relatos de como las cosas deberían realizarse, de como los discursos personales son bastiones que nos mantienen albergados y comodos, aunque la felicidad esté en salir y buscar nuevos bastiones. Sentí que esta etapa de mi ex-banda no es muy diferente de cuando estaba con ellos. En el fondo, es como ver a una ex con nuevo novio; quedas mal un rato, te pones a pensar lo que debiste haberle entregado para finalmente darte cuenta que lo mejor que pudo hacer es dejarte...
Y así llegó el turno de Luna in Caelo. Habían tocado la noche anterior en Superstar Bar, epicentro de los goticos (a los que dedicaré algunas lineas al final) y en general a toda la onda Dark, sin mucha recepción. No tuve la oportunidad de ir, pero me impresionaron los relatos de amigos que fueron y comentaban de la poca gente, del mal sonido o de la poca intención de la gente por deternse a escuchar. Extraño si entendemos que Luna es la mejor banda de Rock gótico de Chile, que sus arreglos, su historia, su vocalista, su técnica y todas esas variables que las revistas de música ordenan para vendernos sus productos no fueran suficiente para demostrar que quienes teníamos al frente eran unos verdaderos iconos. Pero por la otra parte no parece tan extraño si después de todo estamos ante la crisis del concepto gótico como jerarquía, como intima persecusión, no porque este lo haya buscado, si no más bien por aquella masa trivial que repite una y mil veces las vitrinas de las multitiendas o la estética MTV, esa sin mayor contenido que filiar la masa a una tendencia para asegurar por un par de años la venta de sus productos.
No me gustaría decir que los goticos penquistas se perdieron un imperdible, ni tampoco que por suerte solo algunos podemos darnos el gusto de volver un concierto intimo otra base de individualidad, aunque así sea, pero después de todo momentos como estos hacen pensar que estamos en una nueva etapa de las tribus urbanas. Cuando voy a Rockstar solo veo perfomances sin mayor contenido, nada más que eso, lo mismo cuando bajo a los boulevares que mezclan chapitas de Los Simpsons con el ultimo llanto de MTV. Un grupo de personas sin memoria solo son maquinas que repiten lo que les entregan, y en cierta forma todos pasamos por lo mismo, sin embargo lo imperdonable de todo es no atreverse a creer que hay algo más allá de las fachadas, las que guardan y esconden toda una mitología previa. Luna in Caelo es una de esas bandas claves de la mitología a las que llegamos gracias cassetes viejos o conversaciones extrañas.
Resultó siendo la fascinación de quienes aún tenemos memoria.
Hasta la proxima...
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