lunes, 12 de febrero de 2007

Hoy: Un actor que no actua...


Este fin de semana hize lo que ninguna persona debería hacer si está en una etapa de pensar en su estabilidad y recapacitando frente a actos que con el paso de los dias pesan: ver una pelicula sobre el tema, Lost In Translation. Desde ya comento que esta no es una crítica a la pelicula; las críticas de cine nunca han puesto en el papel lo que el espectador siente u opina... En varias ocasiones he conversado sobre el tema de los actores que no actuan. Tenemos a Nicolas Cage, Denzel Washington, Marlon Brando o Brad Pitt. Recuerdan los guiones (con la salvedad de Brando) y hacen de ellos mismos, siendo iconos de la postmodernidad de la actuación sin proponerselo (segurisimamente con la salvedad de Brando), sobrepasando cualquier estereotipo o personaje con su figura, aún cuando personalmente crea que Washington es solo un tipo que no sabe actuar.


Como suele pasar, siempre rondan ciertos personajes en la vida que se salen de la norma aún cuando el resto no les dén mucha importancia, como para mí es el caso de Bill Murray. Verlo en Perdidos en Tokio me hizo pensar en un actor que no actua, pero que se pone al servicio del guión, acentuado por lo mal de la cabeza que estan los japoneses. Recordando sus peliculas no veo muchas diferencias entre un ochentero cazador de fantasmas, un delirante jefe de un canal, un amoroso enfermo con un frasco de mayonesa con un pez dentro o un potencial escapista en la nombrada pelicula. ¿Que hace tan especial a Bill? Supongo que no debe ser como el pelmazo de Jack Nicholson, si no que un "caballero" (gracias Andrea, andaba buscando una definición lo sufientemente certera como para distanciarme de su figura) simpatico, comunicativo solo con sus cercanos y por sobre todo, un buen tipo. Pero como que tanta gentileza me produce asco... Cada vez que lo veo en las peliculas lo que más me impresiona es su mirada no penetrante, no increpadora, más bien una que está siempre mirando pasivamente tanto atardeceres, mashmellows gigantes atacando una ciudad o a Scarlet Johanson acostada en su cama. No creo que analize todo lo que pasa en su alrededor, lo que termina por convertirlo en cada escena en la que lo veo como el centro de atención que no busca serlo, en casi una ironia al bajo perfil. Con esto no quiero decir que sea un latero o algo asi, porque también tiene su lado hiperventilado, potenciado excepcionalmente en "El dia de la marmota", pelicula que a mi gusto es el mejor ejemplo que un mal guion puede hacer brillar de sobremanera a un actor, y te hace ver que siempre hay personas que estan un paso más adelante solo gracias a su actitud.


La vida no es una pelicula, debe ser por eso que nuestras bandas sonoras mutan tan facilmente y nuestros parlamentos van más allá del simple contexto. En base a eso, ayer Bill ha destronado definitivamente de mi "hall of fame" a Bowie, al punto de convertirlo en un ejercicio experimental y rebuscado de complejidad a ratos innecesaria . Bill haciendo el karaoke de un tema que no recuerdo entre japoneses totalmente alucinados con el mercado gringo que les venden tan facilmente fue un Sinatra cantando en un Club de Tango perdido en una provincia separada en dos por una carretera. Esa cancionsita que no recuerdo, en un carrete que me gustaria estar y con una rubia que en mi vida solo apareció una vez termina por validar mi hipotesis: Bill is the best porque no necesita actuar, solo demostrarse como una persona que siente. No actuar no es algo de lo cual arrepentirse para un actor; es un punto donde ya no necesitas demostrar que sabes la tecnica, si no que trabajas la artesania del hacer gracias a las sensaciones que se apoderan de ti desde tu interior y no imaginar sensacionas para plasmarlas en el celuloide. Perdidos en Tokio es la vida de Bill a los cincuenta.


Pero hubo un momento donde quise dejar de ver la pelicula. No me pregunten que me pasó, pero tomé mi mp3 player y tenía la sensación de querer hablar con alguien, al punto de pasar al depto de mi ex y no encontrarla, al punto de saltar una reja para entrar a una casa donde la persona que quería ver no estaba, al punto de buscar la excusa de entregar unos Le Monde a alguién que no las necesitaba urgentemente. Me sentí ahogado y solo, perdido en una ciudad que estaba presta a dormir, buscando una ampolleta prendida de alguna casa que conocía. Esto de buscar la supuesta estabilidad me impedía ver la pelicula solo. Peliculas como estas, la presencia de Bill y los dialogos producen tantas sensaciones que tienen que ser transmitidas a otro (creo que es para que los actores de la ciudad improvisen; si no entiende, remitase a la anterior columna). A final la terminé de ver solo. No pude dormir y hoy ha sido un dia extraño, de esos donde el mundo pasa sin darte cuenta que existes. El bajo perfil llenó todos los espacios de mis movimientos. Solo puedo tomar mi taza de te y brindar por el señor Murray, y definitivamente decir que cuando llegué a viejo quiero ser como él...


Hasta la proxima...

0 comentarios: